Comentario
Desde los Flavios, se advierte un auge ininterrumpido en la vida de las ciudades, que se va a mantener hasta los últimos Antoninos. El desarrollo artesanal y el comercio están en la base del mismo. Algunas ciudades cuentan con talleres especializados; los ejemplos son muchos: la fabricación de objetos cerámicos con marcas (terra sigillata) de Tricio, en La Rioja, inundó el mercado de Hispania; Alejandría sobresalía por la producción de vidrios y telas de excelente calidad; la colonia Agripina, actual Colonia, en Alemania, se distinguió también por sus talleres de vidrio destinados a la exportación; en la Galia se fabricaban telas; seguían siendo apreciados los perfumes italianos y por todas partes fueron surgiendo talleres especializados. Las grandes ciudades, comenzando por Roma, eran centros de una intensa actividad artesanal. Cuando se considera el artesanado de la ciudad de Roma, se comprueba que contaba con excelentes joyeros y con subespecialistas en técnicas particulares de joyería, con broncistas, tintoreros y con un gran número de artesanos. Allí donde se encuentran restos de una ciudad pujante, había una variada gama de artesanos. No existió -ni siquiera la propia Roma-, una ciudad puramente parasitaria que viviera de ser sólo un centro comarcal de servicios. Los talleres artesanales empleaban generalmente mano de obra esclava; cuando el taller crecía, se creaba otro nuevo; no se hacía producción en serie. Y fue común a casi todas las ciudades el desarrollo de un artesanado para atender a las necesidades edilicias locales: tejares, canteras, hornos cerámicos, etc.
La mejora de la red viaria, especialmente atendida desde Trajano, estimuló el comercio interior. Los comerciantes se organizaron en asociaciones, collegia. Un testimonio significativo de estos grupos es el conocido como Foro de las Corporaciones de la ciudad de Ostia, donde recalaba la mayor parte del tráfico de mercancías destinado a Roma; se constata la existencia de asociaciones de distribuidores de aceite, de vino, de transportistas del comercio de Africa, de navieros de Alejandría... En este cuadro de la actividad comercial, los libertos encontraron fáciles condiciones de enriquecimiento. Se comprueba así que éstos se documentan ordinariamente en ciudades portuarias. Las curias municipales no integran a estos libertos directamente, pero permiten que creen asociaciones vinculadas al culto imperial, seviri augustales, a través de las cuales se produce la promoción de estos grupos de libertos; acceder al sevirato exigía también al liberto el pagar 500 sextercios destinados a gastos de la ciudad.
La pujante vida de las ciudades frena su desarrollo en Occidente a partir de los últimos Antoninos. A las dificultades impuestas por las guerras, se añade la tendencia de algunos miembros de las curias municipales a establecer su residencia en sus villas rústicas, desentendiéndose así de los compromisos con su ciudad. Las ciudades de la parte oriental del imperio no han entrado aún en este proceso y mantienen una vida económica pujante.